Si la labor investigadora generalmente resulta complicada y requiere un esfuerzo extra del que la realiza, la culminación de ésta en una publicación científica puede colocar al investigador en una encrucijada entre intereses generales y personales.
Hoy en día en la realización de la mayoría de las investigaciones científicas se utilizan en mayor o menor medida medios públicos, ya sea mediante la financiación directa o la utilización de recursos públicos tales como personal investigador o infraestructuras de titularidad pública.
Teniendo en cuenta el interés general, el conocimiento y la eventual comercialización derivados de resultados de investigaciones en las que se han utilizado recursos públicos, deberían ser de dominio público y revertir en la sociedad que los ha hecho posibles. En consecuencia, las publicaciones científicas emanadas de estas investigaciones tendrían que estar disponibles para general conocimiento sin trabas para su utilización en posteriores trabajos de investigación, aunque sí con las restricciones que imponen la lógica confidencialidad de determinadas líneas de investigación, los derechos de autor y/o las correspondientes patentes.
Sin embargo, diversas situaciones que a continuación analizaremos motivan una paradoja en la que este conocimiento emanado de fondos públicos se cede, en la mayoría de las ocasiones, sin contrapartida económica alguna, a editoras multinacionales que, como es lógico por su actividad económica, nos cobrarán diversas cantidades por el acceso a esa información. Además, por estar estas multinacionales generalmente establecidas en países de habla anglosajona, el investigador de habla no anglosajona debe hacer un esfuerzo extra en la traducción de su trabajo a una lengua que, al no ser la suya materna, le permite expresarse con menor precisión en este mundo del lenguaje que está repleto de matices.
Pero claro, la ciencia está sujeta a unos "estándares" que aseguran la seriedad y la fiabilidad de lo que se comunica a la sociedad. Por esta razón, es obvio que no tiene el mismo valor un trabajo científico que se comunica al mundo a través de Internet o a través de una publicación local en la lengua materna del investigador, que un trabajo publicado en una revista internacional de seriedad y rigor contrastados y en un idioma que cualquier científico del mundo puede leer.
La investigación científica se ha dotado a sí misma desde hace muchos años de un mecanismo de control que funciona bastante bien y que consiste en que un trabajo de investigación, antes de ser difundido y puesto a disposición de los demás científicos del mundo, debe superar una serie de filtros que garanticen su rigor y seriedad y, sobre todo, aseguren que ese trabajo aporta realmente algo novedoso y de interés. Este mecanismo de control consiste en lo que se denomina "revisión por pares", es decir, que cualquier trabajo es sometido al juicio (casi siempre implacable) de varios expertos en la materia de la que se trate y que harán que la investigación que aspira a ser publicada se mejore, si es mejorable, o directamente se rechace si no aporta nada nuevo ni reúne los más elementales criterios de calidad científica.
Estas son unas reglas del juego aceptadas universalmente en todos los campos de la Ciencia y si la Medicina del Deporte y ciencias afines aspiran a moverse en este terreno, no tendrán más remedio que asumirlas más temprano que tarde.
Lamentablemente, lo que observamos con mayor frecuencia es que en el terreno de las ciencias del deporte se publican muchos trabajos que no cumplen ni los más elementales criterios de calidad y que no superarían de ninguna manera los filtros de las revistas internacionales de prestigio. Quizá, lo que debamos hacer es no permitir que estos trabajos encuentren refugio en publicaciones locales que a lo mejor son muy rigurosas en su trabajo, pero que al no jugar con las reglas del juego establecidas, nunca podrán competir. Por otra parte, no se deberían emplear mas esfuerzos en luchar contra los "molinos de viento" del idioma al más puro estilo quijotesco, especialmente en un mundo globalizado en el que el lenguaje de la ciencia es desde hace muchos años (y lamentablemente) el inglés y en el que ningún científico puede moverse sin hablarlo con cierta soltura.
Es nuestro reto que la Revista Andaluza de Medicina del Deporte sea capaz de aglutinar trabajos científicos de suficiente calidad (en español, en portugués e inglés) que le permitan competir a nivel internacional y dar una salida de rigor a las investigaciones realizadas en el campo de las ciencias del deporte en el mundo de habla hispana y portuguesa, aunque sin olvidarnos de los trabajos en lengua inglesa.
Comité Editorial Revista Andaluza de Medicina del Deporte